Territorios Intangibles



Albertina Galería de Arte Fotográfico (Ave. Insurgentes 1A, Centro Histórico, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México) inaugura el jueves 23 de de junio a las 7 pm la exposición


TERRITORIOS INTANGIBLES de fotografía cubana. Con la participación de:



Leysis Quesada




Mabel Llevat




Liudmila Velasco


A continuación un recorrido por las imágenes de la muestra acompañado de una breve reseña.







Leysis Quesada trabaja con una perspectiva más subjetiva y melancólica que ha logrado a través de una sorprendente eficacia técnica, realizar retratos como recurso central de su poética.
Aprovecha en sus retratos, (tanto los hechos en el más puro estilo documentalista como las manipulaciones o collages), la expresión matérica de la piel, los pliegues del vestuario, el movimiento o líneas ondulantes del cabello y el resto de detalles del entorno. Sus retratos revelan toda la profundidad psicológica y la vida interior de la mujer que envejece y que muestra los surcos de sus arrugas como un paisaje, la mujer sorprendida ante la cámara o la mujer atormentada por la soledad y por sus obsesiones.

Ha documentado sus orígenes rurales a través de fotografías que registran la vida en Amarillas, su pueblito de Matanzas natal, y personas de su entorno y niñez captadas con un estilo que despierta simpatía en el espectador por la forma franca, cálida e informal que se advierte en las imágenes.

En esta exposición que tiene lugar en la galería mexicana, Leysis muestra su serie titulada Vestigios, manipulaciones fotográficas donde las manchas, líneas o dibujos que se superponen a los rostros semejan trazos de una acuarela o pintura gestual que le confiere una condición surreal a la imagen. Muchas veces una mirada o un gesto logran transmitir una sobrecogedora sensación de soledad e incomprensión.

Los recursos expresivos con que se refiere esta soledad es como un ente que se pierde ante el paisaje inconmensurable o en el confinamiento hogareño, un ejemplo es ese motivo recurrente de mujeres que se encuentran en diferentes períodos de sus vidas, niñas, adolescentes o ancianas.










Para Mabel Llevat la Fotografía es un mensaje. El desciframiento, aunque apegado a una manía interpretativa que adultera el mensaje fotográfico en la medida que lo recompone de acuerdo a ideas preconcebidas que persigue el lector y que lo apartan del verdadero disfrute intrínseco a su belleza formal (en la forma está el mensaje) pero cada imagen es también un mosaico de símbolos que se pueden conectar a través de una anécdota, una historia, o una serie de elementos que recrean determinada identidad cultural, geográfica e histórica.





En su serie La Favorita se muestra un lugar que, como la casona de El Siglo de las Luces de Carpentier, separa a sus protagonistas del mundo exterior, una casa, una isla, los mantiene alejados de los grandes acontecimientos de la época y resalta la subjetividad de los personajes apresados entre los objetos de la familia, los libros y la música.
La pose transmite el mensaje de un espíritu penitente, como de agónica espera o silenciosa preocupación en el instante detenido.La pose de vedette congelada en su mundo de estrella rutilante de espectáculo inexistente que sin asomo de estigmatizado libertinaje no es sino una mueca a las aspiraciones del ego y a la vanidad del espíritu empobrecido.Los objetos se acumulan entre el polvo alrededor y chocan contra ese primer plano de muro de ladrillos naranja que subrayan la desnudez agrietada y la materia reseca.

Habitantes de una realidad desolada, los objetos se confabulan para resaltar la introspección, para conectarse a la anécdota y al recuerdo, son protagónicos los fragmentos de desechos que rodean al sujeto, el fragmento faltante de cristal que permite al ojo llegar hasta el rostro reflexivo como en un asomo ante la realidad ajena, la máquina de escribir que reina en su orgullo de antigüedad, intocable objeto de reliquia. Los objetos recrean una identidad evocadora.

En cuanto al tema, la foto trata de la historia, del poder de convocar el pasado, recrea un instante detenido del tiempo en que un sitio decrépito,

formado por sucesivas capas de polvo, aun cómodo pero turbador por el poder de los recuerdos, se transforma en un universo arruinado y donde la solución formal de resaltar el rostro como núcleo central de este sistema subraya el poder de lo pensado y de los recuerdos.







Liudmila Velasco hace referencias al cuerpo social a través del cuerpo individual.






Las utopías, las obsesiones colectivas, lo que se esconde y lo que se muestra, lo territorios prohibidos conforman un mapa donde la fotografía como medio se convierte en una herramienta de construcción metafórica ideal.






Obras como Embarazo utópico se convierten en símbolo de ideas colectivas que utilizan el cuerpo y las obsesiones que se han reproducido durante años como parte del imaginario femenino, que en gran escala apuntan también a profundos problemas sociales.







La serie que se muestra en esta ocasión en la galería Albertina, se titula Silencios y fue la primera que desarrolló en colaboración con su esposo, también fotógrafo Nelson Ramírez, pero ha sido exhibido bajo la autoría de Liudmila.











Fue mostrado por primera vez en agosto de 1995 como un homenaje silencioso a los muchos cubanos que cruzaron el estrecho de Florida en agosto de 1994, aunque también contiene algo autobiográfico de la experiencia emocional de Liudmila al recordar su llegada a la isla en barco cuando vino de Moscú a la edad de siete años.












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